Cuando se vivía en la época donde los depredadores podían arrancarte la vida, literalmente a mordiscos, el hombre desarrollo con una combinación de experiencia e instinto, el cálculo de riesgo, este fue evolucionando en la medida que las prioridades fueron cambiando, así como sus variables y percepción, al punto que hoy en día, existen compañías especializados en calcular el riesgo, desde la economía de un país, hasta que riesgo se tiene de sufrir un accidente, dependiendo del sexo, edad, profesión y sitio donde vive. El riesgo paso de reconocerse como presa, al hecho que invadieran tu aldea, morir por una epidemia ó a arder en la hoguera, por pensar de manera “liberal”, a una ciencia que además de los economistas, manejan los gobiernos, militares, policías, médicos, estadistas, ambientalistas y hasta el hampa.
El ciudadano común se ha convertido en un analista de riesgo empírico, y en sociedades donde la incertidumbre política, económica y social se agudiza, el hecho de predecir el riesgo, puede ser la clave para tener una mejor calidad de vida, ó la vida misma Si, no podemos evitar calcular, es un ejercicio aplicable a que supermercado ir, y disminuir el riesgo de no encontrar todo lo que buscamos, hasta porque lado de la calle ó por que vía me voy para minimizar el riesgo de ser asaltado, puede sonar paranoico, pero en la medida que aumenta la criminalidad y la impunidad, asociada a la ineficiencia de los gobiernos, intentar adivinar que es más seguro, y que no, ocupa una gran parte de nuestro tiempo y esfuerzo intelectual, aunque muchas veces esto no sirva de nada, y no porque no funcione, es porque del otro lado de la acera, también se sacan las cuentas, para hacer de la criminalidad un “trabajo” más eficiente.
Pero hay una cuenta, que muchos no ciudadanos no sacan en una situación de robo, se creen policías y lo peor es que sus oponentes criminales, si pueden serlo y la verdad a veces lo son. ¿y qué del que saca la cuenta de cuánto cuesta su laptop de trabajo, su celular, su reloj, su carro, ó simplemente cree tener la oportunidad de hacer algo ante tanta desidia? ¿Alguien se ha puesto a sacar la cuenta, de lo incuantificable pero tangible que sucede cuando eres abaleado? En el caso de que la persona con recursos; como para afrontar cualquier percance ocasionado por una bala, la cuenta a sacar es la siguiente -Solo en caso de quedar vivo- , si la bala da en alguna de sus extremidades estamos hablando en Bsf., de un mínimo de 10.000 , si toca un hueso pasa a 25.000 y si roza una arteria ó vena, conservadoramente llega a 50.000, si es el caso de un tiro en el tórax, la cuenta comienza con 40.000, si afecta hueso 65.000, si el hueso es la columna varía desde 90.000 a 150.000, si requiere reconstrucción del aparato digestivo o extracción renal, los costos van desde 100.000 hasta los 200.000 y si a eso se le suma una complicación por compromiso de una arteria ó corazón, estamos hablando de 300.000 en adelante, y ni hablar de re-intervenciones , cuidados intensivos, rehabilitación y por supuesto del los casos donde el proyectil va a la cabeza y el cuello.
Si tomamos en cuenta la poca cultura de donación de órganos, la inexistencia de bancos para estos, la disponibilidad limitada de unidades de sangre, y los especialistas adecuados para estas intervenciones. ¿Realmente vale su dinero, en estos casos? ¿y si usted no dispone del dinero? Ese es un cuento triste y largo, por ahora evite hacer cálculos, a menos que sea verdaderamente un riesgo calculado.