Nada más fácil para un estafador, que las presas ansiosas de la vida fácil, de lo barato, de tomar ventaja sobre los demás, de la influencia, el regalo, y ese deseo de lograr obtener, lo que al resto de los mortales, le tarda años en lograr, con un simple atajo, una conexión, un resuelve. Pero también están las victimas desesperadas, las que no encuentran salida, las sin educación y por supuesto, las que tienen buena fe y solo ven su entorno particular.
Realizar una estafa, necesariamente precisa de alguien que se deje estafar, bien lo decía mi abuela, todos los días sale un pendejo a la calle y el que lo encuentre, es de él, pero en un país donde hay tantos pendejos, que hasta eligen presidentes - Facundo Cabral - La vida cada día y con la multiplicación de los mismos, se torna más extraña de lo normal, porque en este, el paraíso de los estafadores, que te confundan con un pendejo, además de ser un riesgo, es el pan de cada día, porque una cosa es tener la cara, y otra cosa es que hay que serlo obligado, una es que te quieran vender, que nunca se había producido tanto en el país, y otra que tú no quieras creer que no hay cemento, cabillas y aceite, no es lo mismo que te vendan una maqueta de esperanza, a que tú la compres y te aferres a ella, aun a sabiendas de que no hay un buen servicio de luz y agua. ¿Pero quién no ha sido estafado alguna vez? ¿A cuántos, les has dado dinero, pensando que tenían una necesidad urgente? ¿Te han estafado con una mirada, una promesa? ¿Te han manipulado y al final caíste en cuenta, que te robaron? ¿Te has sentido, aunque sea por un momento, pendejo?
La realidad es que hay cuatro grupos en esta dinámica de la estafa: Los estafadores, que a su vez pueden ser estafados. Las víctimas, que muchas veces desean convertirse en perpetradores. Un tercer grupo que no participa, ni es “afectado” y se conforta diciendo que no es uno ni lo otro, sino todo lo contrario, pero los peores son los del cuarto grupo “Los pendejos en transición”. Esos son aquellos que están con “el proceso” de transición. Son un grupo que han sido engañado y estafado, pero creen que si no lo reconocen y siguen creyendo, estarán en una especie de animación suspendida, que evitara que los señalen como tales, mientras que otros, en su misma situación, arrastran a los demás, en una carrera por demostrar que el estafador no lo es, que el pobrecito tiene problemas, que no lo dejan trabajar, apostando el futuro de muchos a una ilusión, con el solo fin de no dar su brazo a torcer, y tener que sentirse víctima, sentirse un pendejo del montón. Porque en su soledad, cuando nadie los ve ni los escucha, no lo pueden evitar, se sienten así, y para mitigar su dolor, en vez de aceptar que cualquiera se equivoca o lo timan, para así seguir adelante y despertar del letargo, pretende que nada ha pasado, que no es con él, para luego abrir los ojos y ver un país hecho pedazos.
Bien lo dice el refranero popular, es mejor caer, que estar guindando. Salga de ese “proceso perverso”, viva de cara al futuro, libérese y entienda que el nuevo amanecer es suyo, y de nadie más, imperfecto, sí, pero hecho a la medida de sus ideales, luche por cambiar las cosas, no espere a que alguien le pregunte ¿si usted es? Y deje ya de ser, un pendejo en transición.