Desde Adán y Eva la
humanidad ha aprendido a vivir con el pecado original, el cual a mi modo de ver,
más que una carga, es una forma de aceptar de manera humilde, que no eres
divino, eres humano. Si bien es cierto que los mandamientos, es decir la ley de
Dios, diferencian claramente lo que es un pecado y un pecador, la posibilidad
del arrepentimiento y el perdón, conjugan una balanza portátil que algunos
llevamos para diferenciar lo bueno de lo malo, lo justo e incluso lo
imperdonable para sí mismo.
La ley del hombre es
mucho más compleja, para ella no es suficiente diferenciar entre pecado capital
y pecado mortal, las penas también son la diferencia, ya sea ojo por ojo,
cortar la mano al supuesto ladrón, dejar libre a Barrabas, rendirle honores de
estado a un dictador asesino, decretar que la inflación no existe, y la
felicidad si, o lo que debes escuchar, estudiar, comer, que ideología debes
tener, y si protestas exigiendo tus derechos, si los tienes o no.
Uno de los pasos más
importantes en la evolución de la leyes, está establecida en la presunción de
inocencia, la cual es una garantía consagrada en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, sin embargo, personas y gobiernos de
dudosa legitimidad - Legal o moral - pasan por encima de aquella base jurídica -Lo
normal se entiende que está probado, lo anormal se prueba - afirmando siempre
tener la verdad y que esto, por venir de ellos, no precisa de ser probado.
En Venezuela no basta
con que la gente viva su propio toque de queda por temor a ser asesinado, ya
sea por tener o no, que darle a las hordas que diezman a más de 23.000 personas
al año, no basta con tener a la población en interminables colas para intentar
comprar alimentos, que produciríamos, si no se destruyera cada día mas el
aparato productivo y la economía, en nombre de una revolución que solo
beneficia a gobiernos extranjeros.
En “La patria de Bolívar”
cuando sales a la calle, los fiscales de transito están convencido de que eres
culpable de no tener algún documento y te tratan como tal, las FAN te requisan
buscado armas cual terrorista, aun a sabiendas que las tienen los colectivos
armados, y las bandas de hampones ya identificadas y ubicadas, las policías no
te ven como un ciudadano, te perciben como un posible delincuente, aunque a tu
lado pase un motorizado armado, el cual ven como un colega del gobierno. En
este país, si eres estudiante, o te están manipulando, o eres parte de una conspiración
golpista, si eres ciudadano opositor, pasas a ser un apátrida, si te quejas del
“Blackout” mediático o que están cerrando los medios escritos, eres parte del
ataque de las corporaciones imperialistas, si quieres comprar más de dos Kg. de
leche y los encuentras, estas desangrando la patria con el acaparamiento y si
eres político opositor, seguro en algún momento,
serás terrorista, asesino, fascista - Aunque no seas gobierno -, aquí eres
culpable, hasta de salir del país en vacaciones, y se necesitan más “Criminales”
sobretodo opositores o productivos, si tienes porque produjiste, eres
acaparador, si no tienes dólares para producir, estás haciendo boicot, si
vendes para recuperar la inversión en inflación, eres usurero, si compraste en dólares
y el gobierno no te los dio, eres un criminal financiero, no puedes reducir
personal, porque para el gobierno, no existe razón para ello, todos los
trabajadores son excelentes, así no tengas nada que vender.
En fin, por estas
tierras donde se canta “Gloria al bravo pueblo” todos somos culpables de algo,
al menos para el gobierno y si no lo eres aun, alguna ley en la Asamblea
Nacional está lista por aprobarse. Es como si lleváramos a cuestas, desde hace más
de 15 años una Culpabilidad original, ¿Y si esto es así? ¿Qué importa que
protestes? ¿Qué importa que disientas y reclames? ¿A que tiene miedo un
culpable, si ya lo es? Dios no baja del cielo cada año para cambiar sus leyes,
porque, ¿Matar es malo no? No existe un parágrafo que diga: Matar con la mirada
o asesinar con el pensamiento, aun si el que mata es aliado de quien acusa, es
como dice la sabiduría popular urbana: El regaño es el mismo, si llegas a las
12 que si llegas a las tres de la mañana, solo que el regaño se aguanta y se
pasa, pero una vida de culpabilidad no es justa y menos cuando el país se nos
va de las manos.