Acostado en el piso de
la capilla Sixtina, con la mirada en su bóveda, Miguel Ángel contemplaba como
Adán recibía el don de la vida del mismísimo creador, su visión del poder
divino se materializaba ante sus ojos en su obra, el toque de un dedo, era la
manifestación del poder de la vida, de dar, de crear.
Señalar con el dedo en
una dirección, es una costumbre que recuerda una época en que, la simbología
del poder expresaba órdenes, decisiones, el camino a tomar, pero a su vez también
destinos, quizás por eso apuntar con el dedo a alguien es considerado de mala educación
en casi todas las culturas, y es que el dedo acusador, ha señalado al traidor,
a la bruja, al próximo en ser sacrificado en alguna antigua cultura, el dedo
siempre ha sido el vehículo preferido de quienes juegan con la vida de los
demás, un pulgar hacia abajo en la mano de un cesar era la muerte segura, así
como un dedo nazi era el responsable del terror en un campo de concentración, donde la
ejecución era precedida por un dedo que apuntaba, que marcaba y mataba.
No es raro que el poder
desmedido use su dedo contra el más débil, el dedo que apreso a miles en la
revolución cultural China, el que no te permite salir de tu país como en Corea
del Norte, el que desprecia la disidencia Cubana, el dedo que no se mueve ante
una huelga de hambre como la de Franklin Brito, un dedo que al sonido de un
pito despide y arruina a miles de trabajadores por no ser ideológicamente
compatibles con las ideas de un líder que se cree único, ese dedo que manda a
apresar a Jueces, y a expropiar sueños en nombre de una revolución que papel,
de promesas, del vamos a hacer pero no sé cuando, un dedo que quiere salvar el
mundo a costa de no salvar las vidas de los Venezolanos.
Pero el mundo da muchas
vueltas y nada es para siempre, el poder es pasajero, hasta los dedos
envejecen, el creador nos hizo a su imagen y semejanza, todos tenemos el poder
de crear, de ser mejores, progresar y salir adelante pese a las dificultades, de
tener esperanza. Porque cada cierto tiempo tu país también necesita dar una
vuelta para que el poder deje de estar en el gatillo, en las cadenas, en la
amenaza, una vuelta donde el poder pasa a tu dedo como en la visión más clara,
y ese poder en tu dedo se convierta en
la decisión más importante para ti y para los tuyos, un poder liberador y optimista, libre de miedo y lleno de
justicia, es todo el poder en un instante, en un dedo al tocar esa maquina, al
votar por un cambio, es el poder de decir con un dedo ese domingo 7, no hay
poder más grande que el de millones de Venezolanos decidiendo el camino a
tomar, en paz y con la convicción de que los sueños que nos impulsan, serán realidades
hechas con el valor, el trabajo y la firmeza de cada uno de los venezolanos.
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