domingo, 30 de mayo de 2010

El tercer cerebro

Muchos autores han escrito sobre las diferencias entre el pensamiento femenino y el masculino, de hecho los humoristas, han descrito el cerebro de una mujer como una red que conecta los recuerdos, experiencias, personas, deseos y conocimientos, a partir de una superestructura que une todo lo anterior con las emociones y su necesidad de ser escuchada. Por el contrario el cerebro del hombre es una especie de territorio dividido en parcelas, donde se guardan celosamente los temas por separado, y se trata a cada uno de ellos a la vez. Como dice el comediante Mark Gungor estas parcelas son cajas y la única regla es, no se deben mezclar las cajas. Los caballeros sufren cuando las damas a su alrededor comienzan a hablar y a pasar de un tema a otro, como si estuviesen haciendo zapping con el control remoto, ligando temas de su infancia, con aspiraciones validas y por su puesto sus problemas, y como diría John Gray la mujer (de Venus) no espera soluciones a sus problemas, solo quiere ser escuchada.

El solo escuchar a alguien en muchos casos no da solución a un problema, pero puede satisfacer la necesidad de expresarse, cuestión que preocupa a los caballeros, porque su capacidad de escuchar, no es una de sus fortalezas, y su instinto lo lleva a querer solucionar el asunto en cuestión, resultando una fémina molesta e incomprendida.

Por otro lado el hombre le gusta tratar cada asunto en particular a la vez, y cada tema está guardado en una caja, la cual saca cuidadosamente para hablar de un tema, cuidando al guardarla no tocar las otras. Pero volviendo a Gungor no hay nada que irrite más a una mujer que la caja de la nada, sitio donde el hombre se refugia en pro de su salud mental, pudiéndose observarle como una especie de zombi, que solo ve televisión o simplemente se recuesta en algún sitio a hacer nada y cuando esto no se le es permitido, se acumula un descontento, que fisura relaciones personales y laborales.

Estas diferencias hacen que gran parte de las personas de diferentes géneros, vivan quejándose unos del otro, Aunque reconozcan que son imprescindibles para los mismos.

Qué pasaría si encontráramos un tercer cerebro, que combinara las características menos apreciadas de los dos anteriores, Que se la pasara contando situaciones de su infancia ligadas a situaciones imaginarias, que no se puede despegar de sus emociones trasmitiendo rabia, resentimiento y odio, que a su vez puede cantar, sacar una caja con un tema ideológico y pegarse con él, no quiere escuchar a nadie pero a su vez queriendo resolver los problemas, a punta de emociones, sin poder concretar ya que viene otro tema y otra batalla.

Como podríamos reconciliarnos con este tercer cerebro, si aparte de no ser necesario, nos mantiene en un ambiente de si pero no, te odio pero te necesito, de amor y traición. Y para colmo cuando va a la caja de la nada, no es para darnos descanso, es para buscar algo que tiene allí guardado, algo para hacer sufrir, o simplemente para planear como engañarnos de nuevo.

martes, 25 de mayo de 2010

El gran acaparador

Para que exista el acaparamiento debe existir un mercado muy incipiente y de pocas posibilidades de crecimiento a corto plazo, donde no hay suficiente oferta y donde los sistemas de comunicación no permiten saber qué pasa con, la falta momentánea de algún producto, en el caso de Venezuela aceptar que existe el acaparamiento es admitir la reducción del mercado, en base a la destrucción del aparato productivo, la falta de divisas para importar lo que el pueblo requiere, o la ineficiencia del manejo de ambas.

Quiero recordarles a todos, que no hace mucho se decomisaba cemento a los ferreteros y a las plantas de cemento, porque supuestamente acaparaban, luego se intervinieron las mismas y se procedió a la expropiación, que todavía está en litigio, y como resultado de esto el estado capitalista – No socialista como dicen- es el único dueño de la producción de cemento del país, lo que se traduce en que no hay cemento, La destrucción de las hectáreas de caña de azúcar y el asalto a las fincas productivas y expropiación de los centrales azucareros, nos obliga cada día a importar más azúcar y por supuesto azúcar no hay, Lo mismo con el café, con los fertilizantes, los productos derivados del hierro y aluminio, los cuales están en un 100% en manos del régimen. Eventualmente ocurre con la gasolina de 95 octanos, toda la generación de energía eléctrica “ahora es de un pueblo” por lo que el mismo no ve luz, se expropio Monaca, para pasarse a la incontable lista de propiedades del estado , por lo que se espera un futuro negro para el pan y el arroz, que les puedo decir de la industria pesquera, donde los créditos llegan, pero a los pescadores del Ecuador, y las restricciones a los concesionarios y plantas ensambladoras de vehículos, que hace casi imposible - para quien puede- adquirir un vehículo nuevo.

El control de precios de espalda a la realidad, como en el caso de la carne aunado a la falta de producción, hace que el único que importa carne - El gobierno - pueda acaparar para vender solo en “su amplia red de distribución”.

No quiero caer en temas que pudiesen no ser llamados como acaparamiento, como lo es la seguridad, el acceso a la moneda extranjera, los medios de comunicación, el derecho al porte de armas de manera legal, la justicia imparcial, el derecho al trabajo, Bolívar y los símbolos patrios.

La realidad es que cuanta felicidad nos daría que el régimen, hubiese fundado una - Aunque sea una- empresa de producción social que se acercara a la productividad, eficiencia y valor social que tienen el grupo de empresas polar, y lo que significan para el país en muchos ámbitos. Razón tienen los trabajadores de Polar de defender su derecho a no trabajarle al régimen y a defender la propiedad de la empresa, que es quien ha garantizado su calidad de vida en estos años - No el líder del proceso -.

Como conclusión se deriva, que el acaparamiento existe, pero donde algunos no quieren ver, ¿dónde está? , allí, donde reina el gran acaparador.

sábado, 22 de mayo de 2010

Sincericidio

Etimológicamente un sincericida es aquel que da muerte a la sinceridad, este término muy usado en la Psicología y aplicable a situaciones donde con la sinceridad extrema, mucha gente hace daño e impacta negativamente en la vida de otro, destruyendo relaciones y provocando el cierre afectivo del atacado. Esto se magnifica cuando el sincericida lo hace conscientemente regodeándose en sí mismo, con la justificación de que es mejor decir las cosas de frente y si les gusta o no es su problema, sin llegar a repara en los daños que hacen con sus palabras, ya que las mismas crean una realidad muy difícil de superar. ¿Pero qué pasa cuando a un funcionario público le da un ataque de insinceridad? Nada, ya que esto permite seguir engañando al pueblo para así mantenerse por siempre en el poder.

Basta con leer las noticias de cualquier día y encontrarse con cosas como estas, - Las tierras rescatadas serán para quienes las trabajen - ¿acaso a quienes se la quitaron ya no tenían años trabajándola y bien? -Hay que investigar si es cierto que militares activos están inscritos en el PSUV- , ¿será que no saben que la información estaba disponible en la página web del CNE y que la retiraron días después?- La fiscalía admitió que no había corrupción en el caso de la juez María Afiuni, Pero de todos modos va presa- ¿Creen que el común no se da cuenta del verdadero abuso de poder? -Hay que expropiar un cementerio porque este era clasista y los ricos estaban adelante y los pobres atrás- ¿será que es más socialista sepultar a todos en una fosa común? - Las cooperativas son capitalistas dijo un diputado, no son instituciones socialistas- ¿Es que acaso no recuerdan que durante años, era casi obligatorio crear una cooperativa para obtener un crédito y que después ese dinero en su mayoría se desapareció?

Por el contrario que le pasa al que le queda un poco del valor de la sinceridad, y decide aplicarla en su lenguaje – Aunque sea momentáneamente- convencido de que hace bien, Simplemente es execrado del sistema o escondido de la opinión pública, para que no se den cuenta del cuento o de la realidad. El último caso fue el despido de un alto funcionario de Pequiven, porque asumió que tuvo que aumentar en un 30% el precio del plástico, y la gente se entero en un show dominical, una lástima que allí la gente no se entero de todo los aumentos que hace el gobierno, desde los impuestos, el hierro y los alimentos que comercializan las empresas intervenidas.

Porque al matar a la sinceridad, se pasa al suicidio político,- inevitable por cierto- es decir socialismo es igual a comunismo, asuman el Sincericidio.

sábado, 15 de mayo de 2010

Muertos de Hambre

En África central es común saber de poblaciones enteras que mueren de hambre, allí las guerras tribales, el subdesarrollo, el mal manejo de los recursos y la intervención constante de intereses económicos, se alían para explotar a sus ciudadanos, con hombrecillos pasajeros o dictadores eternos, como parte de un problema complejo difícil de superar. En la china de Mao, durante la revolución agrícola, se expropio y persiguió a todos los dueños de tierras productivas, con la excusa de darle el poder al pueblo, destruyendo el aparato productivo, como consecuencia millones de chinos murieron de hambre, error que solo reconocieron años después cuando ya estaban perpetuados en el poder.

En Venezuela el morir de hambre es un proceso más lento y menos perceptible, para muchos tras el poder y para quienes los siguen con sus oídos y ojos selectivos. La desnutrición, la susceptibilidad a las enfermedades o morir mientras se pide dinero en una esquina, también es una forma de morir de hambre.

En el lenguaje común y popular, un muerto de hambre, es aquel que siempre está pidiendo algo, el que está siempre a la espera de que le den, el que no le importa atragantarse de comida porque hay mucha, es quien no le importa adular para que le den un poquito más, y el que siempre quiere más de lo que tiene el otro. Pero en ningún momento nadie realmente con dignidad y educación familiar, llamaría a un desposeído muerto de hambre.

Apenas ayer cuando el alcalde metropolitano en rueda de prensa mencionaba, que nuestro pueblo moría de hambre y pobreza, solamente expresaba, lo que los números oficiales registran y gritan a pesar de las muchas capas de maquillaje. En ningún momento denigro de los menos favorecidos por el régimen, hasta que un periodista de un medio oficial, a quien le dan espacios para expresarse y preguntar – que le niegan el gobierno a sus compañeros- Pregunto ¿dónde estaba el pueblo muerto de hambre del que hablaba y que lo acompañaba?, ¿que los presentes no tenían cara de muertos de hambre? En ese momento quiso burlarse de los presentes, desconocer las realidades que viven los realmente pobres y piensan a cada minuto cual será su próxima comida. Pero también dejo al descubierto ante todo el que lo vio, la entereza de responder con la razón en las manos.

Como en ese muchacho, muchas personas con educación están sesgadas, a tal punto de elegir no ver, al que le limpia el vidrio del carro, al que hace maromas en un semáforo, a la que llora pidiendo para sus hijos en las puertas de un hospital, a los que viven recogiendo de la basura para vivir, o los que simplemente viven en cartones debajo de un puente.

Morir de hambre puede ser hasta una elección, llevada dignamente como en el caso de Franklin Brito, pero para otros solo será una condición pasajera asociada a su falta de conciencia.

viernes, 14 de mayo de 2010

Las grietas de la salud

Cuando usted saludaba a muchos conocidos en la calle, y les pregunta epale como esta todo, una gran mayoría de estos, por eso de ser positivos, les habría dicho bien, y si ahondabas un poco culminaría diciendo, mientras haya salud, todo lo demás se consigue. Hoy esos que ayer saludabas, se aferran a estar sanos, aunque esto no garantice conseguir lo mínimo para una mejor calidad de vida, ya que se sabe lo triste, deprimente y peligroso que es ingresar a un hospital.

Lo primero que usted observa al acercarse a un hospital, es que las vías de acceso son angostas, repletas de paradas improvisadas, vendedores ambulantes y pocos o casi escasos sitios de estacionamiento, lo que provoca una congestión vehicular casi insalvable, para las ambulancias y los que vienen en ellas con los minutos contados. Luego encuentras la emergencia, donde un tumulto de gente hace peripecias, para sortear al portero y los policías, tratando de saber de sus familiares, mientras esperan ser llamados -Familiares de fulano – para así saber que paso. Con suerte será para comprar desde yeso y alcohol, hasta la sutura y el antibiótico de amplio espectro de 600 Bsf. Cada ocho horas. Si no es el caso, una enfermera saldrá y gracias a su experiencia sabrá escoger al familiar a quien dar la noticia que nadie quiere escuchar.

Si te internas veras un triage donde tratan de convencer al paciente, que lo que tiene no es una emergencia y vaya a un ambulatorio. Pasando está una sala de curas, con camillas de cuero sintético desgastadas por el tiempo, repletas de historias que se quejan de dolor sin anestesia, adelante se encuentra una sala de observación, convertida en una hospitalización no especializada, donde se decide - si hay cama o cupo- quien irá a hospitalización, cirugía, cuidados intermedio, coronarios o intensivos. Esta decisión está supeditada a los recursos de la institución, y a las probabilidades de vida de cada paciente, según su caso clínico. Estas probabilidades estoy seguro serian mucho mayores, si a los médicos allí presentes, realmente les dieran herramientas para hacer su noble labor y les proporcionaran un ambiente de trabajo, que no fuera tan hostil para ellos y los pacientes, los cuales se, arriesgan a perder algo más que la dignidad, que tanto se pregona en estos tiempos. Estas penurias son parte de las muchas situaciones, a la que están sometidas miles de personas todos los días en nuestros hospitales.

Es por ello que aunque se maquille, se esconda o se trate de engañar, todo el que pase por allí, el que lo viva, aterrizara en la realidad, ya que no podrá dejar de ver las grietas de la salud.