Hay una serie de preguntas que pudieran parecer retoricas, cuando se dan por sentados algunos derechos y sobre todo cuando el nivel de vida al que se aspira, se tiene y se sueña, se pierde, se enreda, se desvanece y se diluye cual susurro agonizante de quien exhala su último aliento. ¿Tiene valor la vida? No es fácil decir no a esta pregunta, pero es un hecho que no vale lo mismo, la vida en el áfrica central que en los países bajos, el hambre, las guerras tribales, la salud y la pobreza, son parte de los detalles reales que nos hacen dudar, donde vale más una vida, ¿Tiene valor la libertad? Tendrá el mismo valor en percepción y deseos la respuesta un ciudadano de Corea del Norte, Libia, Irán ó Cuba, en relación a la de un brasileño, japonés, español ó australiano. Ya que es un hecho que la soberanía, autonomía e independencia, no son sinónimos de libertad para los pueblos, ya que en muchos casos son solo términos usados como excusas para oprimir y mantener en el poder a una elite gobernante. ¿Tiene valor la propiedad privada? Sera posible desprenderse de nuestra propia visión e intentar internalizar, ¿cuánto puede llorar como perdida material una haitiana, el derrumbe de su humilde casa - Pero suya - tras un terremoto?, ¿cómo se puede medir? ¿Cómo sería perder tu propiedad y por ende la de tus hijos?, cuando existe la posibilidad de no recuperarla nunca, ¿es posible desprender de una persona sin techo el deseo de una casa propia? Qué hay de la tierra, la posibilidad de emprender, de ahorrar y crear con nuestra mente, junto a la perseverancia, algo propio, decidiendo que hacer, cuando y como, con nuestra propiedad, no como un favor de la providencia ó de un ente superior que decide que es bueno, que se puede ó que es ideológicamente correcto.
Si todas estas preguntas se le hacen a alguien y las da por descontado con un SI, aceptando que existen y tienen valor, ¿cómo explicarle?, ¿cómo hacerle entender?, que la realidad cambia – todos somos actores - y que el secreto de la evolución de la sociedad esta, en que cambie para mejor, de una cueva a una casa con servicios, de un promedio de vida de 45 años a uno de 70, de la esclavitud a la libertad, de las manos a las herramientas y del boca a boca a las redes sociales.
Si, el cambio debe ser para mejor, la vida debe ser apreciada al punto de no reírse de las cifras de muertes violentas, la vida tiene que valer, al caminar por la calle, de día, de noche, en el campo, la ciudad, en el barrio ó en una cárcel. Pero la realidad es que esto se está perdiendo, al extremo, de que ofrecer la vida por una lucha justa - #OperacionLibertad - , es visto con burla por quienes tienen la responsabilidad de preservarla, y con indiferencia por quienes no quieren conocer la realidad de un país.
Pero las vidas se juegan en almas jóvenes, nada más y nada menos que por la libertad, raíz de la esperanza y el porvenir, libertad es lo que el sistema ha arrebatado a muchos por pensar diferente y negarse a servir a las órdenes del régimen político. Pero el juego apenas comienza y seria de ciegos no prestarle la atención que se merece desde ambos lados de la acera, ya que esto trasciende a otros puntos en juego, no visibles a simple vista.
Sin embargo, está por verse si los sentimientos y valores asociados a la propiedad se volverán sal y agua, como por arte de magia tan solo con decretarlo, y si leeremos en nuestra acta de nacimiento, la patria le ha adjudicado la vida, tiene derecho a recibir del estado – Gran proveedor – todo lo que este le pueda dar, a cambio, su vida y pensamiento pertenecen al estado, como herramienta de desarrollo de todos al servicio del bien social y colectivo.
Quizás algunos todavía piensen que exagero, por lo pronto quienes necesitan de una casa, pueden esperar en el cerro o un refugio, a que le adjudique ó le perjudiquen.
También pueden sumarse al cambio y ser artífice de la evolución del país, la sociedad y el mundo.¿ Aun quiere esperar?