Quiero poder ir a un parque, sentarme en la grama y tener que cuidarme solo de las hormigas y no de que me asalten.
Quiero manejar por mi bello país, mirando al frente y no hacia abajo buscando los huecos.
Quiero que mis amigos digan que quieren emprender y no escucharlos diciendo, que no moverán un Bolívar, hasta que la inseguridad económica se acabe.
Quiero comprar productos hechos en el país, hechos con manos Venezolanas, y que hacen progresar a los nuestros.
Quiero que la medida de eficiencia en un trabajo, sea la honestidad, proactividad y tesón, y no la adulancia, la camisa roja, y el miedo a perder el empleo.
Quiero ver a los muchachos, haciendo deporte, música y madurando de la mano de un libro, y no es una esquina tomando licor, pensando como proveerse de dinero a costa de los más desvalidos.
Quiero ver a los líderes de mi país, aceptando que no son eternos, que lo eterno es una buena obra, este donde este.
Quiero que las niñas de mi patria, crezcan sabiendo que el sexo y la maternidad están ligadas a la responsabilidad y la educación, y no al azar, a la dadiva gubernamental, y a las falsas promesas de amor.
Quiero poder elegir lo que compro, lo que leo y el canal de televisión que veo, sin tener que pensar en escasez, restricciones o cierres de medios.
Quiero que el dinero que se gana la gente le alcance para sus necesidades, para su recreo y distracción, y no que se acuesten, pensando en lo agobiante que es no saber que pasara en el futuro inmediato.
Quiero que no engañen a mi gente con promesas y shows mediáticos, para que al final la desesperanza los cobije y no les permita levantar la voz, ante el abuso de poder.
Quiero que la gente se vea como hermanos y conciudadanos, y no como enemigos sin razón.
Quiero paz y no violencia. Y sobretodo ciudadanos y no solo habitantes de un país.
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