martes, 9 de marzo de 2010

El Código Chavinci

Pietro recibió una llamada que interrumpía su lasaña, dejo a su esposa Merideña y a su familia, con preocupación se disculpo sonriendo y se dirigió donde y el toda su familia trabajan, su pequeña empresa, 54 años trabajando desde los 8 años, lo habían preparado para todo tipo de circunstancias, había labrado la tierra, junto con sus hermanos mayores y su padre, trabajo en la construcción especializándose en soldadura y metalurgia, fundó un taller, aprendió a tener crédito bancario y su secreto (pagar a tiempo),formo una familia Venezolana basándola en valores de trabajo y honestidad con el optimismo de quien hace bien y trabaja, siempre le va bien.
Todo lo vivido pasaba por su cabeza, junto con sus empleados habían estableciendo una pequeña metalurgia que da empleo incluida su familia, a más de 40 personas de manera directa. Meses atrás su preocupación y la lectura de las cosas le hizo invertir en una planta eléctrica, ya que el compromiso con sus clientes se estaba afectando con los constantes e intempestivos apagones, logro sobrevivir a la falta de materia prima comprando hasta cuatro meses de inventario, supero las acusaciones de acaparamiento trabajando más y produciendo material base para manufactura, el cual solo servía para el uso a futuro de sus clientes, asumiendo el costo de inventario. Una de sus hijas se especializo en sortear cada una de las providencias y resoluciones del Seniat, Mintra, Insasel, Iviss, Minci, Indepabis, Alcaldía y misceláneas. El mayor de sus hijos como gerente de la empresa, supo sortear gracias a la buena selección de personal y remuneraciones por encima de lo que dicta el mercado, la formación de un sindicato paralelo socialista cuyo único fin era la de apropiarse de la empresa. El menor ingeniero, buscaba mercados y negociaba la compra de materia incluso por encima del precio establecido, manteniendo así la empresa funcionando.
El éxito estaba asociado a conocer las reglas y trabajar dentro de ellas, pero algo faltaba por entender, a pesar de invertir el 90% de su inventiva y conocimientos en cómo reinventarse cumplir con todo lo nuevo que se le exigía a diario, hoy todo cambiaria.
Las palabras, desalojo, expropiación, utilidad pública, retumbaron en su corazón, le tocaba a su empresa, ya conocía lo que esto significaba no solo para él, para sus hijos y empleados.
Todo se fue en una alocución, en un gesto del patriarca y sus súbditos, el mensaje fue claro fuera de mi nadie puede crear o dar, yo soy el pueblo y el pueblo soy yo. Fueron 10 años tratando de descifrar el código sin lograrlo, su sangre de emprendedor era el grial que se quería destruir, ni siquiera el Robert Langdon de Dan Brown hubiese podido descifrar El Código Chavinci, ya que este va cambiando día a día. Lo que no cambia es la intención.