sábado, 31 de diciembre de 2011

Lo que quiero del 2012

Quiero poder ir a un parque, sentarme en la grama y tener que cuidarme solo de las hormigas y no de que me asalten.

Quiero manejar por mi bello país, mirando al frente y no hacia abajo buscando los huecos.

Quiero que mis amigos digan que quieren emprender y no escucharlos diciendo, que no moverán un Bolívar, hasta que la inseguridad económica se acabe.

Quiero comprar productos hechos en el país, hechos con manos Venezolanas, y que hacen progresar a los nuestros.

Quiero que la medida de eficiencia en un trabajo, sea la honestidad, proactividad y tesón, y no la adulancia, la camisa roja, y el miedo a perder el empleo.

Quiero ver a los muchachos, haciendo deporte, música y madurando de la mano de un libro, y no es una esquina tomando licor, pensando como proveerse de dinero a costa de los más desvalidos.

Quiero ver a los líderes de mi país, aceptando que no son eternos, que lo eterno es una buena obra, este donde este.

Quiero que las niñas de mi patria, crezcan sabiendo que el sexo y la maternidad están ligadas a la responsabilidad y la educación, y no al azar, a la dadiva gubernamental, y a las falsas promesas de amor.

Quiero poder elegir lo que compro, lo que leo y el canal de televisión que veo, sin tener que pensar en escasez, restricciones o cierres de medios.

Quiero que el dinero que se gana la gente le alcance para sus necesidades, para su recreo y distracción, y no que se acuesten, pensando en lo agobiante que es no saber que pasara en el futuro inmediato.

Quiero que no engañen a mi gente con promesas y shows mediáticos, para que al final la desesperanza los cobije y no les permita levantar la voz, ante el abuso de poder.

Quiero que la gente se vea como hermanos y conciudadanos, y no como enemigos sin razón.

Quiero paz y no violencia. Y sobretodo ciudadanos y no solo habitantes de un país.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

De la piñata al cotillón

La mayoría coincide en que el origen de la piñata viene desde tierras mexicanas, y que fue en la época del los mayas cuando se daban algunas variaciones, que junto al ingenio de los misioneros españoles transformaron esa costumbre, en lo que se conoce como la piñata de cumpleaños, la cual está distribuida en parte de América y España, siendo Venezuela después de México, el país con más arraigo en esta tradición.

Para un niño de un año, la piñata no significa nada, a los dos, ya es una imagen colorida, que si bien puede asustar, por lo general causa llanto a ver que la golpean, a los tres, ya se sabe que hay que golpearla, pero no se tiene la suficiente fuerza para romperla y por supuesto poca experiencia para participar exitosamente de la rebatiña que se forma al final, de los cuatro en adelante se instala en la mente del niño un proceso que lo hace estar alerta ante la situación esperada, bolsa en mano, con la falda o con la camisa presta para recoger el botín, la ubicación y la posición de cuclillas, son parte de los pasos que completan el cuadro de la piñata destrozada, los regalos cayendo del cielo, la lucha por tomar más, y sobretodo, aprovechar el descuido de otro y evitar que te quiten lo que ya obtuviste, todo en un medio de confusión, empujones llanto y hasta peleas, porque hasta he visto padres que le dicen a sus hijos llenos de angustia. – Quien te manda a no ponerte las pilas, muchacho llorón. Y es que la lección de violencia es gratis, allá esta el botín, hay que hacer lo que sea necesario para obtenerlo, incluso usar el palo como espada y darle una estocada a ese infeliz muñeco, con tal de tomar lo mío, escuchando como fondo un coro de voces que grita eufórico: Dale, dale, dale a la piñata, hasta llegar al éxtasis, se rompió, todo paso y la adrenalina bajo, aun se escuchan los quejidos de quienes no lograron su objetivo, y lo peor, los niños escuchan de sus padres cosas como que, esa piñata no tenía nada, o toma estos caramelos que le quite a una niñita que estaba descuidada, para así seguir la fiesta como si nada.

Pero la humanidad tiende a evolucionar, y así es como poco a poco, las fiestas infantiles, pasan de la violencia neta, a palazos controlados y a tomar la iniciativa del desmembramiento del objeto, para permitir una distribución lo más equitativa posible, pasando a ser la piñata algo simbólico, de costumbre, ya que la entrega del cotillón, pasa a ser la figura principal que ansiosamente espera el niño, sabiendo que no precisa arrebatar porque el hecho de compartir con el cumpleañero, lo hace merecedor, de ese gesto lleno de dulces y sorpresas.

¿Pero qué hay de la cultura de darle palo a la piñata del dinero de la nación? ¿De utilizar el poder para saquear el erario público? ¿Como la violencia y el caos, ayudan a acabar con la piñata? Y lo peor es que en el gobierno llego la evolución, pero para poder mantenerse en el poder, si llegaron los cotillones, y no para ser más equitativo, pago por hijos, sueldo a los presos, demagogia con los ancianos, propaganda con los discapacitados, sin contar con las bolsitas llenas de promesas, vivienda, trabajo y seguridad, cotillones de migajas, para celebrar el cumpleaños 13 poniendo una torta, cuya única explicación es la desidia por lo importante y la perpetuidad del poder, aunque está claro, que aunque entregues cotillones, ya nadie cree que eres un niño, en la edad de la inocencia.