jueves, 22 de septiembre de 2011

Dios escucha en todas partes


Dos bombillos opacos tres banquetas a cada lado, una cruz de madera sencilla, tras una mesita cubierta por un mantel decolorado, que sirve de altar, allí, escondida dentro de un hospital, las plegarias por la salud de un niño, un anciano, de la pareja que sufrió un accidente, se conectan con dios dando esperanza y tranquilidad al alma.

Una manta extendida en el piso con dirección a la Meca, permite al creyente conectarse con dios, sin ningún intermediario, sin protocolos, sin aspavientos ni anuncios.

En una montaña lejana, en una vida de precariedades, escogida como forma de vida, la contemplación de un monje tibetano, es su forma natural de hilar una conversación con dios, que lo llena de espiritualidad.

En la sala de una casa, una docena de personas cantan al señor, lo que los llena de algarabía y les permite decirle a dios lo que sienten y esperan.

Un anciano ora repetitivamente, golpeando su cabeza sobre el muro de los lamentos, sintiendo, que dios está más cerca y que le escucha con cada vaivén de su cuerpo.

Una monja dice una oración en una escuela precaria, para comenzar la mañana más cerca de dios y llevando la palabra a los más chicos.

La conexión con nuestro señor, cuando está llena de fe, es instantánea, directa, no hace distinción de religión, de color, de idioma y aunque tenga muchos nombres, para cada quien dios es solo uno, y aunque las religiones tengan sus estructuras y rituales, para el creyente de a pie, y hasta para el ateo, el deseo y la petición de ayuda a la vida a la madre tierra, al destino, a los ancestros, no precisa publicación, fanfarrias, televisión ni satélites. Y es que cuando se busca llamar la atención a como dé lugar, en una ciudad como Nueva York, que momentáneamente es receptora de la mirada del mundo, por la asamblea general de las naciones unidas, promocionarse es un acto calculado, efímero, costoso, y si lo vestimos de misa, se convierte en un circo sin pan, para lo cual hasta un satélite, es necesario como parte del combo socialista, que se mercadea en capitalismo, en el imperio, como si dios tuviese preferencias, como si fuese necesario enviar una señal al hiperespacio, para buscar el protagonismo fuera de la atmosfera, cuando en el país las trasmisiones en vivo, vía microondas está restringido por el gobierno, cuando las informaciones sobre protestas y reclamos, están bloqueadas por la red gubernamental, donde no hay espacios para los que piensan diferente al régimen, pero para llevar una manipulación, vía satélite pagada en dólares, y clasificarla como misa histórica, si hay voluntad política, como si eso borrara de un plumazo, que está prohibido el acceso a la información oficial, y la política de oídos sordos del alto gobierno, además de enviar un mensaje entre líneas, el cual desconoce que dios escucha en todas partes y sobretodo que esta viéndolo todo, aunque la realidad es que de su juicio nadie se salva.