domingo, 19 de junio de 2011

El hijo perdido de Murphy

Toda revolución científica ó no, necesita de conejillos de indias.

Cuando en 1947 se probaba la resistencia del cuerpo humano a la aceleración y desaceleración - Fuerzas G - los muñecos humanoides no estaban tan desarrollados como hoy en día, por esto, a un voluntario se le ataba a la silla de un cohete sobre un riel, sometiéndolo a pruebas que hoy en día no aprobaría la LOCPYMAT. Como resultado, hoy existe información que permite salvar vidas, además de que gracias a un error en una de las pruebas, el ingeniero Edward Murphy, estableció en el caso particular de un empleado, lo siguiente, “Si esa persona tiene una forma de cometer un error, lo hará” lo que con el tiempo se convertiría en el enunciado principal de la ley de Murphy, si algo ha de fallar fallara.

Gracias a esto, el plantearse escenarios, barajar alternativas, medir las consecuencias, son parte del análisis lógico necesario en la toma de decisiones, quienes lo practican bien podrían llamarse, los buenos hijos de Murphy, pero ya es conocido que no todos los hijos siguen la senda de sus padres, y el problema no es que comentan errores, es que practican constantemente, para errar y dar a conocer una teoría totalmente opuesta.

No importa lo mal que lo hagas, en algún momento saldrá bien.

En principio no asumir responsabilidades, es una manera fácil de salir del apuro - No fui yo, no me explicaron, eso no se puede – Pero luego, la sofisticación de la ineficiencia, empezó a achacarle la culpa de todos sus errores a los demás, al imperio, al la IV república, al capitalismo, al niño, a los acaparadores, a los derrochadores de energía, a todos, menos a si mismos, hasta que empiezan a ver a Murphy como un mal padre, que la tiene agarrada con ellos, porque si algo fallo Murphy es un boca de cabra, y como todo hijo que reniega de su padre, se cree poseedor de toda la razón, y cual hijo malandro quiere imponer su voluntad y su teoría , cueste lo que cueste, tarde lo que tarde.

Por eso cualquier hijo perdido de Murphy, buscara una figura paterna, que le diga que tiene la razón, que no importa lo que haga, todo saldrá bien y que es el mejor de todos, por lo que la gente le debe pleitesía, porque además todos están equivocados excepto el.

Pobre Murphy, pobre padre, su hijo perdido lo pagara, pero mientras eso sucede, muchos lo pagaran con su último aliento, hasta que los buenos hijos regresen a casa, lo cual será más temprano que tarde.