A quienes por vocación, tradición ó las circunstancias los han llevado a ser productor agropecuario, saben que aun teniendo la experticia y el conocimiento formal, producir a niveles intensivos, es decir de manera competitiva dentro de los estándares locales ó internacionales para cada cultivo, requiere del manejo de factores predecibles inherentes al cultivo y a la zona, así también variables como el clima, las plagas y enfermedades que hacen de este oficio una de las empresas más riesgosas, ya que en muchos casos la perdida de una cosecha implica la pérdida de los ahorros de años, solo recuperable muchas cosechas después. A esto se suma la inseguridad, el mal estado de las vías de penetración, la disponibilidad se insumos, los costos afectados por la inflación y las regulaciones de precios de manera inconsulta y sin sentido común.
A pesar de todo esto todavía existían héroes, que persistían e invertían en el campo venezolano, mas con fe que con la certeza, de que alguien en el gobierno entendería lo vital que es producir e implementaría programas para enderezar las cosas. Pero no, el hecho de alguien produzca, que se pueda tener independencia económica, que el productor decida como manejar su negocio, que venda al precio del mercado y sea dueño de la tierra. Choca con las ideas de dominación de la población, del aparato productivo y por supuesto con la existencia de la propiedad privada.
Franklin Brito se arriesgo en el campo y logro ser un productor exitoso, pero el clima político le cambio, cuando contradijo al alcalde de su zona miembro de la tribu roja, cobrándole al tiempo la intervención de sus tierras, persistió, se opuso a los designios del poder y este al verse descubierto trato de compensarlo -Comprarlo-. Pero ya la plaga estaba en sus tierras, ya no era dueño, el Inti no le devolvió nuca la titularidad, se resteo con lo único que tenía su fe, su vida y la moral de tener la razón, pero para quienes dicen ser muchos pero con una sola voz, era más fácil, dejar que pasara a que se supiera todo, pero todo se sabe, y lo saben los productores y campesinos, aun en los últimos momentos, cuando su huelga le ocasiono una enfermedad irreversible, no perdió la fe de que el líder ordenara devolverle las tierras, devolverle la vida, sembró la semilla de la fe en tierras áridas de razón y compasión, pero quedo claro, que en la lucha de un productor del campo, los engaños cambian de forma, pero el que engaña desde hace mucho es el mismo.
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